miércoles, 25 de agosto de 2010

Revien, chérie

"Nada dorado permanece" Robert Frost

Hace ya cuatro años que inicié este blog con la intención original de ir dejando aquí retazos de mi vida, de manera periódica. Han sido pinceladas con un pretendido toque surrealista, absurdo, cuasi-onírico incluso, pero que han dado o han intentado dar el enfoque que yo quería sobre los acontecimientos que he vivido. Supongo que me pasa un poco como a Bill Pullman en Carretera Perdida, cuando afirma no hacer grabaciones con cámaras de vídeo de su vida puesto que "prefiere recordar las cosas a su manera, no necesariamente del modo exacto en que ocurrieron". En efecto, encuentro muchísima afinidad con esa perspectiva lynchiana, donde priman las imágenes evocadoras y la fantasía, el Arte en definitiva, lo cual me interesa sin duda mucho más que lo cruento de las tragedias mundanas con sus exiguos momentos de felicidad.

Lamentablemente, tengo que decir que en estos cuatro años he desaprendido muchísimas cosas. Me ha sucedido en parte lo que a mi amigo E. que a los veinte años quería comerse el mundo, iba a ser el nuevo Nietzsche, y ahora, traspasado ya el umbral de los cuarenta, me llamó no hace mucho contándome las cuitas de su oficio actual, del que hubiera renegado hasta la blasfemia tiempo atrás. Estoy prácticamente devorado por el síndrome de la apatía total de los que están de vuelta de todo, sin haber ido a ningún sitio, como diría Machado. Por eso no puedo negar que me encuentro en un momento complicado y se hace cada vez más difícil la empresa que he perseguido durante prácticamente toda mi vida, que es convertir ésta en una Obra de Arte, en la medida de lo posible. Sin duda, revitalizar este blog, que ha pasado durante todo este tiempo con más pena que gloria, sería una deliciosa manera de reflejar que mi empeño en esta causa, aunque se encuentra malherido y febricitante, aún sigue vivo.

Lo cierto, sin embargo, es que la verdadera razón por la que he decidido retomar este espacio, y lo que me ha dado más fuerzas que nunca para ello no ha sido una súbita inspiración divina, ni una carta de Óscar Wilde desde el cielo, con el que mantengo correspondencia cósmica cada cierto tiempo, sino que ha sido una persona. Se trata de mi pareja, Christina, la persona más maravillosa que he conocido nunca, y mi motivación principal para esto y para todo lo demás en la vida.

Por esto, le dedico a ella esta entrada del blog, que marca el comienzo de una nueva época, espero que llena de esplendor y exuberancia. Cuatro años después, y con su autor a punto de cumplir el cuarto de siglo. El panorama no puede ser más prometedor, sin duda.

Un beso a mis actuales dos lectores (uno soy yo), y a Chuchu, claro.

1 comentario:

jean dijo...

Sin duda,cariño....αγάπη