lunes, 26 de marzo de 2007

Full Love

Anoche vi dos hombres verdes en el cielo Amargo.
Vi disc jockeys suicidas empapando de azufre la carne tierna de los sodomitas.
Vi la fábrica de sueños picoteada por la ufana mirada del enano borracho.
Vi el bronce de las pupilas en los niños que mueren ahogados entre el hielo y el cristal.

No vi, sin embargo, el brillo en el rostro de la novia del perrito de pelo ensortijado.
Tampoco tus manos, indícandome la ruta que he de seguir para no perderme por este arcoiris de plata.

Y debes excusar el ataque de histeria, si te digo que quisiera arrancarme los ojos,
pero lo cierto es que ya no tengo ganas de ver más nada.
Al menos hasta mañana.

domingo, 25 de marzo de 2007

Sin título para T

Concupiscencia dorada brotando entre dedos
blancos.

Resbala el sentimiento de culpa estéril
por los momentos alegres del mañana.

Amarra la sierpe que por tu espalda recorre
surcos.

Arañazos de una gatita de perfil italiano,
posiblemente.
O tal vez la punzada de una canción aprendida hace dos días,
quizá tres.

Da escalofríos. Y es curioso cómo se te mete en el
corazón.

Duele a veces y a veces tan sólo
acelera
las ganas de comerte a besos la sombra que se proyecta
detrás de un océano de palabras de miel.

Llevas la noche en las venas y ya es de día pero
no ha amanecido aún.
No para ti.

viernes, 23 de marzo de 2007

Noche sin gato

Destapamos el tarro con olor a ajenjo en la choza del quinqui. Al metesaca de cabeza rota le sigue el sutil aleteo de un caballito de mar.
Nada más pasa.

Al rato alguien decide que es hora de ir a manchar el verde de la carludovica. Así que vamos.

Pasan cien cosas y ninguna tiene más importancia que un disparo en la nuca.

Hoy no estás.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Why not?

Rómpeme la chucha mil veces y yo sólo troncharé los junquitos que hay en tu marisma seca. Podría ponerte boca abajo, quebrarte las rodillas, hundirte los dedos en las sienes temblorosas. Podría hacerte mil cosas y sólo me atrevo a escalar por esta luna sangrienta.

Quiero abrirme las fauces con una palanca de cristal y comer eternamente de tu cáliz rojo. Eres Baudelaire absentado, Dalí octogenario, Passolini inerte y manchado de arena en la playa donde dos maricas infames encandilaron tus pupilas quietas.

Negros. Negros o etarras. No importa porque Penchi siempre estará ahí para beberse la hiel de los animalitos podridos.

Joven encarillado que se mofa de una farola torcida por la brisilla de la indiferencia. La última gota que resbala por tu vida a la velocidad de cien mil golondrinas apátridas. Esófago que arde tras otra noche sin amar.

El perro y la flauta, pero falto siempre yo.

No me dejes nunca. No permitas que me vaya por los senderos de las gominolas caducadas y el abril marchito. Lléname la garganta de alegría; como si estuviera cantando incesantemente una mierdamelodía de Pulp.

Quién sabe de qué color es el amanecer cuando las muñecas demolidas ya no tienen fuerza para anudar un grito. Una puta chilena, un teresino y la plata. ¡Ay! La plata.

El niño imbécil que derrama su baba por entre los cordones negros del juguetito usado. Sempre Milano. Los anhelos por no volver a verte endulzan el aroma de tus tobillos.

Iker, Iker, Iker. ¿Acaso no brillan más los vidrios de la muerte cuando los mastican las ratas sevillanas?