miércoles, 21 de marzo de 2007

Why not?

Rómpeme la chucha mil veces y yo sólo troncharé los junquitos que hay en tu marisma seca. Podría ponerte boca abajo, quebrarte las rodillas, hundirte los dedos en las sienes temblorosas. Podría hacerte mil cosas y sólo me atrevo a escalar por esta luna sangrienta.

Quiero abrirme las fauces con una palanca de cristal y comer eternamente de tu cáliz rojo. Eres Baudelaire absentado, Dalí octogenario, Passolini inerte y manchado de arena en la playa donde dos maricas infames encandilaron tus pupilas quietas.

Negros. Negros o etarras. No importa porque Penchi siempre estará ahí para beberse la hiel de los animalitos podridos.

Joven encarillado que se mofa de una farola torcida por la brisilla de la indiferencia. La última gota que resbala por tu vida a la velocidad de cien mil golondrinas apátridas. Esófago que arde tras otra noche sin amar.

El perro y la flauta, pero falto siempre yo.

No me dejes nunca. No permitas que me vaya por los senderos de las gominolas caducadas y el abril marchito. Lléname la garganta de alegría; como si estuviera cantando incesantemente una mierdamelodía de Pulp.

Quién sabe de qué color es el amanecer cuando las muñecas demolidas ya no tienen fuerza para anudar un grito. Una puta chilena, un teresino y la plata. ¡Ay! La plata.

El niño imbécil que derrama su baba por entre los cordones negros del juguetito usado. Sempre Milano. Los anhelos por no volver a verte endulzan el aroma de tus tobillos.

Iker, Iker, Iker. ¿Acaso no brillan más los vidrios de la muerte cuando los mastican las ratas sevillanas?

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